domingo, 16 de marzo de 2008

Sequía



La tímida claridad de la mañana
despierta entre brumas de sueño
al escondido sol primero.
El fruto temprano
es sólo un volumen de sombras
que huyen del ardor
clamoroso y ciego.
La luz trepa por la osamenta de la sierra
hasta alcanzar el cenit.
Ya la tierra queda descubierta,
sedienta en su temprana agonía,
exhalando dulces alientos
desde la sabrosa presencia de las naranjas.
La huerta queda envuelta
en un resplandor verde
herido en su intimidad confusa.
Un hilillo de muerte se adivina
en su respirar aletargado,
en este invierno indócil
de boca seca y ronca
que dobla las espaldas de los hombres
que se afanan en la huerta milenaria.
El cielo ahueca su azul disparatado
en una luminosidad sorda
de polvo volteado,
y un latir de canes añorando el agua
se fija en las sucias paredes de las casas.
Hoy tampoco lloverá…Quizá mañana.

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