viernes, 22 de octubre de 2021

En el otoño (homenaje a un amigo)

Nada más lejos de mi ánimo el dar lecciones, de nada ni a nadie y menos a ti, mi querido profesor de «mi peripatética facultad de letras y artes cinematográficas»; porque si de «aquella maniera» me siento universitario es gracias a las clases magistrales que me impartirste, paseo arriba, paseo abajo, mientras mirábamos con lujuria confesa aquellos rostros, aquellos culos y tetas que soñábamos saborear/sobar algún día, como así fue.

Qué bien se estaba entonces descubriendo los arcanos secretos de nuestra por aquel entonces breve existencia observando el pasar de la vida en flor, nosotros, jóvenes abejitas deseosas de hurgar y horadar y polinizar aquellas carnes tan prietas y vivas, mientras que por el aire circulaban como polen recién llovido semillas de Sartre, Cioran, Kafka, Hauser, Ford y El Capitán Trueno...La sabiduría encarnada en el deseo pecaminoso (Iglesia dixit...á la mérde!), o al menos no ajena sino más bien buena compañera del trasiego hormonal que experimentábamos.

Todo ardía en nuestros cuerpos casi vírgenes (o sin casi, depende de cómo y por dónde lo miremos), nosotros, inmortales, con la curiosidad rebullente y recién estrenada prestos a embarcar en la aventura de las aventuras, la de descubrir qué coño es Esto, que cojones soy Yo y dónde está el loco Dios que mueve, sordo y mudo, los hilos de mi escasa fortuna y mis abundantes desventuras.

Qué gozo entonces sentirnos vivos, con la memoria poco menos que vacía de mentiras y con el carcaj lleno de las flechas del amor. Qué vida aquella la de nuestra juventud a escasos años de nuestra cumplida mayoría de edad. Ahora, ahítos de desengaños y errores sin cuenta ni cuentos, vagamos por los recovecos de la memoria escuchando voces ya idas e imágenes de un tiempo en donde todo era novedad, días y horas recién estrenados, «descubriendo la pólvora» y dispuestos a usarla si fuera menester.

Ya ves que el otoño, el otoño del patriarca, me afecta, me inunda y me sobrepasa. Dicen que la nostalgia es como morir un poco; si así es, yo ya huelo sospechosamente a muerto por los intersticios de esta mi alma que algunos días y a ciertas horas, muere porque no muere.

 


 

lunes, 11 de octubre de 2021

Imagíname (Inner dialogues.- Oskar Wildest)

 

- Basta conque me imagines. Cuando me imaginas, me das vida, me creas. Porque, créeme, todo es producto de tu imaginación.

- ¿Tú y yo también?

- Tú y yo, y todos tus dioses. Fortalece tu imaginación, edúcala y crearás vida a tu alrededor, paraísos, pero también infiernos....De ti exclusivamente depende.

- No es fácil eso que dices...

- No, no lo es, pero merece la pena intentarlo.

- ¿Y cómo puedo empezar?

- Leyendo, escuchando buena música, contemplando un cuadro, escribiendo un poema...El Arte no tiene otra misión que despertarnos del sueño de la escasez y hacer que nos asomemos al Reino de la abundancia.

- Pero puedes perderte en ese viaje, hay mucho peligros...

- Ya te he dicho que no es fácil; en realidad ese es el Arte Supremo que los Antiguos practicaron y enseñaron desde los tiempos más remotos, cuando la noche se iluminó con la luz viva de las primeras hogueras.

Debes aprender a vivir entre dos mundos, -continuó hablando el anciano- tus pies deben guardar un estricto equilibrio entre ellos, porque del desequilibrio nace el dolor. Cuando uno de los dos polos prevalece, el cuerpo lo somatiza y nos lo comunica a través de la enfermedad. 

Pero no te preocupes en exceso, no te alimentes de miedo. Tendrás guías, guías muy poderosos nada más comenzar a dar tus primeros pasos por el Sendero. En realidad el Universo entero se regocija cada vez que alguien aquí abajo decide continuar la Obra de la Creación. Porque cada paso que des en ese sentido, harás que las Sombras retrocedan; es como una vuelta a aquellos tiempos primigenios en los que en el atardecer de los días, Dios y Adán caminaban conversando hacia el hogar, cansados y satisfechos del quehacer de la jornada ya acabada.

(Diálogos entre Mortilgher el Mago y Absun, el aprendiz de brujo. Oskar Wildest II)

 

lunes, 4 de octubre de 2021

La cárcel invisible


 

Pocas personas se dan realmente cuenta del batiburrillo mental que llevan a cuestas desde que levantan los dos párpados bien temprano por la mañana. Pocos son los que se paran a pensar QUIÉN o más bien QUIÉNES hablan, juzgan, dictan sentencias, discuten, se emocionan (para bien o para mal) dentro de su cabecica, justo detrás de los ojos, ahí donde muchos creen que habita el duendecillo, el juez o el fiscal, el contable, el enamorado o el avergonzado que mueve los hilos de nuestras vidas practicamente desde que empezamos a tener «uso de razón».

Sin embargo, miles y miles de autopsias establecen y dictaminan que ahí, en ese punto interior situado mahomenos entre ceja y ceja, no hay NADIE.

¿Entonces?

Esos personajillos que, al parecer, nos los hemos inventado (con mucha dedicación e ingente cantidad de tiempo; no fue fácil, no...) o nos los ha incrustado la sociedad y la familia desde nuestra más tierna infancia, manejan descaradamente nuestros pensamientos y emociones, nos imponen nuestras creencias e ideas, nuestra forma de ser, en definitiva nuestra manera de ver el mundo y a sus habitantes y hasta el estilo de cómo vivir «nuestras vidas».

No es nada fácil desenmascararlos, verlos en acción, contemplarlos en plena faena y ya no digamos anularlos y tomar el verdadero control de nuestras existencias, pero quizá eso sea precisamente la principal misión y trabajo mientras estemos por estos lares sea el tiempo que sea; decía a propósito de esto Oscar Wilde que la principal tarea del ser humano es la de crearse su PROPIA alma; tal vez tuviese razón el poeta...

 

Anyway, te propongo un sencillo ejercicio para empezar a tener un poco el mando sobre tu vida, o al menos empezar a sospechar que ALGO está jugando contigo sin que te des cuenta; ya avisaba de ello el psicólogo murciano Pedro Jara en su magnífico libro «Adicción al pensamiento», cuando aconsejaba a sus lectores que tuviesen sumo cuidado conque sus mentes no les engañasen.

Vayamos por tanto con el ejercicio o práctica en cuestión.

Cada vez que se te venga a la cabeza uno de esos pensamientos que te ponen «la sangre negra y se te sube la bilirrubina a la raíz de tu cabellera», y que notes que las emociones te desbordan y el grito o el exabrupto o el insulto llaman a la puerta de tu garganta, DETENTE, cuenta hasta 50 (los hay que lo hacen hasta 100) y luego permite a tus emociones manifestarse, a ver si el enfado ha cambiado en algo, si ha perdido intensidad, si la palabra se ha moderado y el grito ha sido postergado.

Haz lo mismo cuando después de leer o escuchar a ese OTRO/A al que Sartre calificaba como «el verdadero infierno», tu fiscal y tu juez ya están listos para emitir un veredicto y una sentencia.

A lo mejor de esta manera empiezas a ser un poco más dueño/a de ti mismo/a, dueño o dueña de ese DON que nos dieron a todos por el simple hecho de venir a la Vida y por supuesto sentirnos vivos, para lo bueno y para lo no tan bueno, pero vivos y coleando.

Prueba a ver. Aunque sólo sea por intentarlo, ya merece la pena.

 

 

domingo, 3 de octubre de 2021

Catedral


Dicen que hubo un tiempo

en que la luz era piedra viva,

cuando la palabra escalaba alturas

desde las que derramarse,

y en el que los hombres arañaban

los sueños más hermosos

del dios que ellos mismos edificaban.

Aquellas rosas iluminadas

sostenidos sus cielos por gráciles columnas,

cobijaban altares y capillas

ante los cuales se ofrendaban

las silenciosas oraciones de sus gentes sencillas,

sangre y sudor, trebajos, dolor, penas,

gozos pequeños y pronto caducos,

alegrías sinceras poco transitadas,

a la luz de humildes plegarias

que cobijaban con su tenue fulgor

ilusiones vanas, sueños, esperanzas.