lunes, 4 de noviembre de 2013

Deseo vivo en la memoria



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Tras la cortina del deseo

se adivinan

los pies desnudos de mi amada.

Ella me sabe,

quizá me sueña en la luz esquiva

de la hebra del relámpago.

A veces oigo sus pasos

mientras me late en el pecho

la amargura.

Otras veces me roba los espejos

de mis manos,

los arpegios a mis dedos,

adivinando la sombra de mis sueños

tras la piel de fuego de su llama.

Tú me sabes, le confieso,

conoces la sed áspera de mi anhelo,

la atenta espera del que desespera

vigilando a todas horas

por lo tejados del alma

a la gata de pupilas de aire y agua...

Hay un arranque de tacones en la plaza.

Me vuelves a dejar varado

en el puerto sin el mar de tu recuerdo.

Ya olas y palomas duermen en tu ausencia

y el sexo de plata de la luna

se esparce como licor derramado,

-¡tantas veces ha ocurrido antes!-

sobre tu cuerpo de espuma y de arena.

martes, 15 de octubre de 2013

Otoño (3)


Otoño, fríos fuegos al atardecer.
En el aire un vago aroma a vino viejo
canturrea de rama en rama,
desnudando de hojas y de horas a los días.

Otoño (2)



Y después de todo, amigo otoño, ¿qué es el sufrimiento, sino la dolorosa constatación de los caminos que no nos atrevimos a tomar?

Otoño (1)


Era uno de esos días perfectos del otoño inglés; hablo de aquellos que suelen aparecer en mi memoria con más frecuencia que en la vida misma...

Perspectiva


 ¡ Eh, deja tus cuidados en manos de la vida,
sal de tu aposento,
eleva tus ojos al cielo y atrévete a mirarme!
Solos tú y yo,
bajo la nada oscura que cruje de luz y frío y distancia.....
¿Me ves?
Pues todo eso de allá arriba eres tú, luz, frío,distancia....

sábado, 12 de octubre de 2013

Érase una vez



Y fueron felices -y fuimos felices- y se comieron todas las perdices habidas y por haber, perdices que compartieron con millones y que deboramos con el hambre atrasada de decenios de guerra, odio y estampas en gris y luego sepia. Y sabido es que más tarde se separaron, como tantos otros y otras, se dijeron adios y las puertas del Paraíso se cerraron con estrépito...Nevermore, que diría Poe y su diabólico cuervo.
Se intentó por todos los medios que aquel divoricio fuese un hasta luego; se pergeñaron leyendas, se erigieron altares, se levantaron iglesias con las columnas de sus bellos decibelios, se alzaron apóstoles de la causa y se entronizó al Sargento Pepper como supremo pontífice de la religión del Club de los Corazones Solitarios, pero por esta vez los evangelios no anunciaron resurreción posible y todos, absolutamente todos, fuimos condenados a vagar por los reinos de la nostalgia durante un tiempo...Hasta que volvió a amanecer y a anochecer mil veces mil, pero por la Callejuela del Penique ya no paseaba nadie; tampoco la muerte faltó a la cita y por dos veces llamó a las puertas del olvido, ese infierno del hombre a donde todos, absolutamente todos, estamos abocados sin remedio...
Pero los que ya peinamos canas y estamos alcanzando las cimas del calendario de las edades, podemos declarar con justeza y llenos de razón y sentimiento, que tocamos el velo de la belleza y casi se lo levantamos con impúdicas manos, cuando nos sentimos rescatados del orfanato de la mediocridad sonora y nos trasladaron a los abundantes y feraces Campos de Fresas, donde nada era real, sí, pero nos importaba un comino, porque más allá de sus melenas, de sus equilibrios musicales, de sus excéntricas poses, estaba ese cielo donde manaba la abundancia y el delirio...Luego, ocho años más tardes, las luces del salón se apagaron, las perdices se acabaron, la dama se nos marchó con otro -y el príncipe se fugó con la corista, chicas- la inocencia se marchitó y amaneció otro lunes cualquiera.
Ahora nos sentamos a escucharlos con devoción, les pasamos las copias a los hijos y nietos, les contamos batallitas de aquel sublime tiempo no exento de riesgos en el que el mundo fue joven, muy joven; pero ya nada es igual, porque aquellos dioses eran nuestro pan y nuestro vino, pan y vino que deboramos y que con las migajas que quedaron, sabido es que sólo sabemos amasar recuerdos que poco a poco van perdiendo el color y que ya huelen a historia en sepia.
 Con nuestro propio adiós, cuando sea que acontezca, la historia, la grande y general historia de nuestros días pondrá el último compás, la postrera nota; y entonces sí, es posible que del polvo enamorado de aquellos cuatro locos y de nuestra enamorada memoria surja alguna melodía interminable...I want to believe....

domingo, 22 de septiembre de 2013

El beso


Cúbreme de reflejos de luna,
hazme cuchara de plata en tu paladar oscuro,
y que la vida en sombras vista de eternidad 
la espuma y la ola y el beso último....
y dile a tu dios que no amanezca nunca.

sábado, 13 de julio de 2013

Such a feeling....



Te recuerdo, mujer,
la noche perdida en los umbrales del sueño.
Mi amor tejía las hebras estrelladas
del cristal del cielo
repleto de diamantes desbocados,
latiendo melodiosamente,
irradiando plenitud en su idioma blanco,
en su verbo negro.
El secreto posesivo del deseo,
enervado y terco,
conformó la nieve de tu cuerpo
dándole al tiempo su estatura,
dejándolo en su cenit encadenado.

Esta dicha hueca
del invierno absoluto de tu ausencia
trae recuerdos a mis soledades,
coronadas por la lentitud sonora
de un otoño de oro y agua,
con raíces de flores que crecen
hasta gastar la piedra que las hospeda.
Y aquella noche que brilló
en las uvas de tus pechos,
no quiero que se convierta
en la lenta agonía de lo irrecuperable.

En la profundidad de tu amor
el mar de tu angustia derramó
su torre de escalofríos
dejando sola,
sin una voz siquiera,
la suave distancia del silencio.
Y tu recuerdo crece en mí,
mujer de espuma y viento,
hasta que fuiste  el velamen de mi barco
y navegaste conmigo por este mar
de luces y espinas
en cuyo monasterio de sal y noche
arrullamos al río que nace,
al río que muere,
crepitando yo en la hoguera azul de tu océano,
copa de mi palabra,
itinerario de mis sueños.

sábado, 27 de abril de 2013

Epílogo (verano del 84, otoño de 2012)

No quiero escuchar más a mis llagas,
no deseo deambular más
con el corazón partido por tu nombre.
Siento que el cansancio en nuestras vidas
haya convertido en diálogos de espuma
lo que ayer era océano sin playas;
El amor, ya vencido y enfermo,
se arrastra por el estéril purgatorio
de la última claudicación.
Es la hora del reencuentro,
cada uno con su verdad,
y que la humildad del desamor
nos haga banderas
para otear de nuevo el viento.

Recogeré de nuevo mi luz
ahora que ya anocheció.
Vagaré en tu ausencia,
como cuando la noche era noche
antes de adentrarme en la pesadilla.
Y si he de salvarme solo,
solo quiero encontrarme;
para que antes de despedirme,
los caminos de amor
que el amor sembró,
no puedan siquiera recordarme.