No quiero escuchar más a mis llagas,
no deseo deambular más
con el corazón partido por tu nombre.
Siento que el cansancio en nuestras vidas
haya convertido en diálogos de espuma
lo que ayer era océano sin playas;
El amor, ya vencido y enfermo,
se arrastra por el estéril purgatorio
de la última claudicación.
Es la hora del reencuentro,
cada uno con su verdad,
y que la humildad del desamor
nos haga banderas
para otear de nuevo el viento.
Recogeré de nuevo mi luz
ahora que ya anocheció.
Vagaré en tu ausencia,
como cuando la noche era noche
antes de adentrarme en la pesadilla.
Y si he de salvarme solo,
solo quiero encontrarme;
para que antes de despedirme,
los caminos de amor
que el amor sembró,
no puedan siquiera recordarme.
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