miércoles, 5 de agosto de 2009

La Dama de los Cabellos de Oro


En los mundos de la Imaginación y de la Magia, es imprescindible seguir ciertas reglas dictadas desde la Antigüedad más remota a todos aquellos y aquellas que nos atrevemos a navegar por tan procelosos mares. El conflicto sobreviene entonces al no saber convivir en dos mundos que, aunque discurren paralelos y tienen la misma base mental, tienen que disciplinarse por leyes insalvables....Insalvables si queremos seguir jugando, disfrutando y existiendo en ambos.

Fue lo que supo Cenicienta desde el mismo momento en que pisó palacio, aunque el embrujo de la noche y de los encantamientos que le rodeaban estuvieron a punto de hacerle caer por el precipicio del desengaño; malparada y enormemente amargada llegó a casa, antes de que su amado descubriese que la carroza sólo era una vulgar calabaza y que los hermosos corceles que tiraban de ella no eran sino meros ratones.
Las normas estaban claras: a medianoche la bella criada debería volver a su horrenda condición, bajo las innobles leyes que su madrastra y sus hermanastras le dictaban.

Cuando la vi y ella me contempló mirándola, supe que tal como ya había ocurrido anteriormente en otras ocasiones parecidas, debía ajustarme a las leyes que los mundos de la imaginación imponen de forma inexorable.

Los hombres solemos confundir el avatar de la Diosa con la Diosa misma, de ahí la causa de muchos fracasos amorosos. Pero uno ya va siendo zorro viejo y sabe -¡ay, qué pena penita pena!- que ambas "realidades" no son casi nunca idénticas, por lo que el deseo de apegarse a la imagen y enredarse en la torpeza de idilios fantásticos terminan pronto, mal y con daños muchas veces irreparables para el alma de los amantes.

Acabó el verano y nos separamos sin saber nada el uno de la otra, ni nombres, ni historias ni currículos...
Sólo el recuerdo vivo de sabernos felices mientras anduvimos por realidades que, por más que las prologásemos, jamás llegarían a existir juntas. Una cabellera envidiada por el sol de poniente, un cuerpo en donde la música de la vida sonaba hermosa aunque distante y un álbum de recuerdos escaso, como casi todos.

Supongo que con los primeros vahídos del otoño, el sepia de la memoria marcará la vivencia con la distancia imposible con la que suelen terminar estas aventuras por la tierra de los cuentos de hadas, monstruos y caballeros andantes.
Pero si hemos sido lo suficientemente inteligentes, siempre quedará un zapatito de cristal como pista, dejado con las prisas del día a día en las escalinatas de nuestro Palacio Interior.
Ya entonces sólo bastará que nuestro Príncipe inicie la búsqueda de la Princesa desaparecida allá por los años de nuestra infancia, cuando alguien nos convenció de que los cuentos unicamente son cuentos, y que los cuentos, cuentos son.

(Written any day at any time. La Manga, July 2009)

2 comentarios:

Jose A Gallego dijo...

No sabía que tenías el don de la buena escritura. He pasado un buen rato leyéndote....a por más.... (jose A Gallego, chimpun en meteored)

Pedroluis Almela Valchs (M.J.P.) dijo...

Todo un honor que Chimp me lea. Gracias por el comentario.