Fría solicitud, extraño sosiego,
el manto de la noche raído de estrellas.
Vacío aletargado de primaveras sin parto.
Inmediatez sin caminos...
En el jardín de las horas muertas
ecos invernales dibujan ensueños
descoloridos, átonos, sin ritmo.
Opacidad en el brillo de una música decadente
-bostezos de una calavera mística-
Abismos en la umbría,
el tiempo ya no es huella de vida
-la nada entre dos espejos-
Aromas de leche amarga, perfumes de tabaco frío...
En una estancia olvidada pasean los recuerdos niños.
La vida es un vaho itinerante
poblada de caballos soñolientos en la edad del fuego.
Oscuridad sedosa de lejanías sin retorno,
ahíta el alma de dolor mudo.
Otoños sin estío, infinitos...Distancia...
Dios y dama y claridad, puro anhelo.
Paisajes sin perfiles, angostura del mundo.
La fealdad y la angustia pasean ante mi ventana
en silencio, de uno en uno.