-¡Pero eso no me trae solución alguna a mis problemas!- me dijo irritado.
-¿Solución? ¿Qué quieres decir exactamente con esa palabra, Peter?
-Quiero...Oye, Jack, me gustaría que "mi vida" simplemente discurriese por los senderos que desde siempre he proyectado que lo hiciera. Eso es todo. ¿Acaso es mucho pedir? -me contestó absolutamente cargado de razón.
Me quedé en silencio mientras encendía el enésimo cigarrillo del día con toda parsimonia. Cumplida la liturgia de inspirar y expeler humos, escancié un poco de whisky "single malt" en mi vaso vacío y me volví a él de nuevo.
-Dices "tu vida".... ¡Vaya! Tú y tu vida....Al parecer hablas de dos acontecimientos conectados pero separados de hecho, ¿no? Jack. Como lingüista que eres, sabrás que cuando usamos los posesivos establecemos una separación, ¿no es así? Por un lado estás tú y por el otro lo poseído, en este caso "tu vida". Pero si tú no eres "tu vida", ¿dónde estás tú entonces? ¿Quién eres?... Y sobre todo ¿Qué puñetas eres? -Le espeté sin dejar de mirarlo directamente a los ojos.
Aprovechando que permaneció callado por unos instantes, me acerqué a la ventana y le pedí que viniera hasta allí.
-Ven. Mira, sólo mira afuera. No digas nada, calla; no te pido que hagas otra cosa.
-Uhm....Impresionante, de veras….- me comunicó después de unos segundos de estar contemplando aquel sublime atardecer. El sol último jugaba al escondite con los pinos del bosque, derramando sus rayos de oro por entre la primera niebla nocturna. La calma del momento relajaba la visión de ambos, hasta parecer que el tiempo se había detenido.
-Eso es todo, Peter. Ahora Tú y Tu vida podéis seguir discutiendo qué es qué y quién es quién; pero ya te adelanto, que en ese tipo de conflictos no hay solución posible que os contente a los dos al mismo tiempo ni con la misma medida- le dije dejándolo allí un tiempo junto a la ventana. Peter parecía extasiado, hipnotizado por el trozo de realidad que se mostraba a sus ojos. Cuando lo creí oportuno, añadí:
- La solución que pides, cualquier solución a cualquier problema que la vida te plantee, requiere como condición inexcusable que uno de los dos "contendientes" deba desaparecer.
Cuando se volvió a mí, me miró de hito en hito, un tanto aturdido quizá, pero siguió en silencio unos segundos más con los ojos puestos de nuevo sobre la extraordinaria vista que se colaba por la ventana. Luego abrió la puerta de la habitación y sin decir palabra alguna abandonó la estancia.
No volvimos a vernos jamás, aunque confieso que realmente nunca estuvimos muy lejos el uno del otro...
1 comentario:
Creo que hoy no había reflexionado en todo el día sobre algo importante, gracias.
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