sábado, 30 de julio de 2011
Rebeca
¿Por qué no nos dejamos hacer
-tus manos en mi piel,
las mías en la tuya-
y nos abandonamos en el placer
de todo aquello que tanto nos gusta?
La próxima vez que te encuentre
y tú te hagas ver
no me traigas tu historia de dolor,
que yo prometo no mostrarte la mía;
seamos tacto fácil,
leños de carne ardiente,
y dejemos que la vida nos conduzca
-tú, agarrada a mi tierra,
yo, a lomos de mi noche-
a todo aquello que a mí tanto me gusta
y a ti tanto te place.
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