viernes, 23 de enero de 2009
Nace la memoria
Torpemente atrapado en un poso de cenizas,
el viejo poeta
maestro de abúlicos aires y de penas
planta su espera más noble
al sol tibio de la tarde.
El invierno pastorea caminos blancos
ateridos de frío
bajo la ausente mirada de las oliveras.
Subitamente,
el hálito de un verso sube
apresurado del corazón a su boca,
que apenas latiendo entre el llamear de la memoria
se abraza al cálido vaho
que de su alma brota.
Pronto la tenue imagen pide la palabra
que el poeta anota,
antes de que el olvido sepulte en la nada
lo que de la nada nace.
Emocionado y solemne,
vuelve el hombre al sueño y el camino a su sombra.
Cumplido el día,
ya sólo le queda apagarle la mirada a la luna,
prenderle vida a las estrellas
y cerrar el libro de las horas.
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3 comentarios:
El poeta no puede evitarlo, las palabras se alían dentro de cu cerebro por mucha nieve que sus sienes recogan.
Coñe como escribes...
Besitos varios.
A veces salgo a la vida así, bajo la nieve de mil vivencias y abierto a la caricia de la musa....Si ella viene, bien, si no....también.
Un abrazo
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