viernes, 5 de marzo de 2010

Ante la Belleza


Imagínate que un día te asomas a una ventana y ves este paisaje a primera vista desolado, asolado por el frio y la interperie, abocado a la soledad.
Hay dos "capas de realidad" en esa vista.
En una podemos medir la altura de las montañas, la temperatura del ambiente, la longitud del puente, las dimensiones de la casa...

La mente empírica se lanza a la caza y captura de ese trozo de realidad, y armada con todos los instrumentos habidos y por haber se pone a cartografiar lo que las ventanas físicas, los ojos, le muestran.
No hay más deseo en ella que "destripar" aquello que vemos, dividirlo en partes cada vez más pequeñas, profundizar en su análisis con el ánimo torcido de conocer todo lo que se le ofrece en pos de la verdad.

Cuando cree haber terminado -cosa imposible; esta tarea jamás llega a su fin porque siempre quedarán partes más y más pequeñas por descubrir- establece una tesis, echa un último vistazo y desde su frialdad se aleja en busca de otro trozo de realidad.
Pero como digo, en todo hay dos capas, como mínimo....

Hay observadores que se plantan delante del paisaje en cuestión y notan que un leve suspiro aletea en los pliegues de las montañas, en las desválidas luces que escapan por las diminutas ventanas, en las soledades que murmuran en el aire quedo de ese atardecer ya maduro. Hay un deseo que despierta dentro de esos observadores.
No es el deseo de irse a vivir en ese lugar -aunque también se puede dar- porque no hay voluntad de habitarlo fisicamente; pero uno es capaz de oir una voz susurrante que le embelesa y siente una tremenda necesidad de apropiarse de algún modo de todo aquello.
Ha sentido el toque de la belleza, la otra realidad de las cosas.

Ya sólo falta que esa persona tenga el don de plasmar en el lienzo, en la partitura, en el papel, todo aquel oscuro clamor que le ha hecho clavar su atención en aquel paraje que la mente medidora desprecia; pero el artista está ya ante la Obra, y la Creación ha dado un paso más.
El Buen Dios, el Dios burlón, el Dios juguetón, tan ilógico, tan a contra-corriente, tan evasivo, el único Dios en el que puedo creer le dice al artista: Ven, ven,...
La Belleza te reclama -Dios, en suma- y tú acudes a su juego; el Arte nace.

Luego descubres que la vida no es un problema a resolver, sino una experiencia a vivir, pero eso ya no tiene importancia.....
Ese es el juego.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Llega un momento en que, cuando se te busca y no has publicado nada nuevo, se te hecha de menos. Luego apareces con cosas como estas que te atrapan. Gracias P.l.
"Luego descubres que la vida no es un problema a resolver, sino una experiencia a vivir". Qué bueno,¡coño!
Horrido

Pedroluis Almela Valchs (M.J.P.) dijo...

Seguro, Luis, que alguna vez has rezado el rosario; yo lo he hecho muchas veces y no me avergüenzo en absoluto. ¿Y qué haces con repetir y repetir y repetir? pues lo mismo que hago yo bastantes veces cuando escribo estas cosas; porque en el rosario piensas: ¡Joer, a ver si me escuchas de una vez! Tal que yo cuando me salen esos axiomas:¡Joer, a ver si me escucho de una puñetera vez...!
XDD
Un abrazo y gracias por leerme.

Anónimo dijo...

Jeje.Sí. La vida es rica en matices.
Claro que lo rezo. Pero poco.
Horrido

Te lee mucha gente, pero otra cosa es comentar.
Si no le comentan ni a Gimenez Losantos... :-D

Pedroluis Almela Valchs (M.J.P.) dijo...

Me da yu-yu que me lea la gente; es que puede que se me encienda la auto censura, y uno entonces ya no es lo que es...O pretende ;-)

Anónimo dijo...

Pues sí.Hay que olvidarse y centrarse en el desahogo que produce el negro sobre blanco. Si no se desahoga uno. Malo. Por lo menos yo.