jueves, 31 de diciembre de 2009

La Lay Natural


El otro día estuve en Murcia viendo la ya famosa película de J. Cameron AVATAR. Esperaba salir del cine impactado por la visión en 3D de la historia que el director de TITANIC trata de contar; no fue así. Considero que dicha tecnología aún anda en mantillas, lejos al menos de lo que yo deseo e imagino debe ser la contemplación de un film en donde la sensación de "estar dentro" sea lo más "real" posible.
Poco que decir de la simpleza del guión y de la inmoralidad del tradicional "happy end" con que Hollywood intenta calmar nuestras conciencias...Pelillos a la mar...

Por lo demás, aseguro que se pasa un buen rato sin más complicaciones. Sin embargo, hubo algo que sí me llamó la atención durante la proyección del film; me refiero a la descripción de la vida natural de los nativos del planeta Pandora, tan apegados a sus tradiciones y costumbres ancestrales, tan unidos al entorno vivo en donde sus vidas se desarrollan; tal que muchos de los pueblos que poblaron la Tierra tiempo ha y como todavía, que dicen, quedan algunos. Pocos, por desgracia.

Cuando se nace se llora y la madre ríe, cuando se es infante se juega; todo es juego y el mundo juega con nosotros. Se pide cariño y se encuentra, se busca protección y la hallamos no muy lejos de nuestra piel; la tribu familiar a nuestro alrededor nos hace el centro y nos cobija de nuestra propia ignorancia.

Cuando de joven nos enamoramos, nos quemamos en el ardor del juego, devoras y te devoran; conoces el amor en el otro/a y te proyectas en el tiempo; cuando de adulto trabajamos, edificamos palacios - todo hogar auspiciado por el amor lo es- con nuestras manos y nuestros sueños, nos multiplicamos y gozamos de los hijos, los educamos y los dejamos a las puertas del futuro prestos y suficientes; finalmente cuando ancianos recordamos y echamos el ancla de la esperanza en la nostalgia, hacemos de maestros y maestras de los más pequeños, escrituramos en la mente de los hijos las reglas y normas de nuestros antepasados, nos lamentamos ya al borde de todos los caminos y finalmente nos vamos en paz entre cantos, lloros y laudes.

Esa parece ser que es la Ley Natural, como dormir y soñar por la noche y vivir durante el día, como beber cuando se siente sed y comer cuando nos llama el hambre, como cubrirse en los fríos y destaparse en la calor, como entrar a saco en la ciudadela de la pasión amorosa haciendo la suma imposible que de uno más uno siga siendo uno, y no dos.

Pero lejanos ya los tiempos en los que Dios y Adán caminaban juntos al atardecer por el Paraíso, ahora que poseemos el conocimiento y que hemos comido de su fruta dulce, ahora ya somos como Dios, por lo que lejos de los jardines del Edén y amurallados en nuestras ciudades apartadas de la Naturaleza andamos siempre tentados de escribir un nuevo Génesis parejo a nuestra idea, imagen y semejanza; así que cuando nacemos, si nos dejan, hay quien prefiere que no lloremos, cuando se es infante pronto se nos aparta del juego y se nos obliga a aprender con prisa y sin pausa en colegios y academias mientras vemos en la tele cómo juegan otros.
Vemos el nombre en los libros y luego, con suerte la figura...En otros tiempos veían la figura primero y más tarde le ponían un nombre; de esta forma creaban vida; no veían la vida amortajada bajo la palabra.

Cuando nos llega la juventud, jugamos a mayores y cuando mayores jugamos a adolescentes mientras nos roban la prole, el amor y hasta el trabajo en absurdos juegos de consumir y tirar; de esta manera, cuando envejecemos, apenas nos quedan buenos recuerdos, amigos o hijos en donde hacer descansar las remembranzas antes de que nos despachen de este mundo, muchas veces sin contemplaciones bajo la fría mirada de los ajenos.

Parecería como que andamos empecinados todo el tiempo en romper la ley más antigua, la que llevábamos inscrita en el corazón desde que nuestra madre nos regaló la luz en un supremo esfuerzo en donde a veces se dejaba hasta la vida; porque ya son muchos los que duermen al sol del mediodía y viven como las lechuzas al abrigo falso de la noche. Porque se bebe sin sed y se come sin hambre, se ve sin ver y se oye sin la escucha atenta, al tiempo que buscamos el calor en los fríos brazos de la Luna y el frescor en el calor obsceno de las nuevas adicciones, mientras tumbados en el sofá contemplamos los destellos de la vida virtual desde la más absoluta ajeneidad, tan extraña a la privacidad del corazón y a la riqueza de la imaginación, tierra ésta en donde nuestros padres crearon dioses y leyendas y en cuyo suelo fértil plantaron la semilla del ser supremo del universo, o sea, tú y yo...

FELIZ AÑO 2010 A TODOS AQUELLOS/AS QUE DE UNA FORMA U OTRA SE HAN ATREVIDO A LEER MIS ESCRITOS EN ESTE BLOG....A LOS QUE NO, QUE LOS ZURZAN....;-))

martes, 22 de diciembre de 2009

Christmas feelings


Cuando al atardecer se abren
los postigos del alma,
promesas de inocencia nacen
con su tenue fulgor,
y por cada sentencia de perdón
se enciende una vela de esperanza.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Los cristales lentos



El cristal lento está basado en el elemental retraso del tiempo que se produce cuando nuestros sentidos captan la realidad; en concreto, la realidad visual. Si de todos es conocido dicho fenómeno en el campo de la acústica (el rayo y el trueno se producen instantáneamente, pero el sonido se atrasa) también la luz posee una velocidad finita y mensurable. Este es un hecho científico que numerosas personas no asimilan con facilidad.

No asocian la idea de "ver" algo instintivo y natural, con la noción abstracta de que los rayos de luz recorren el vacío a una velocidad de 300.000 km/seg.
Para el hombre de la calle es axiomático el hecho de que cuando "ve" algo, ese algo está ocurriendo "ahora". Para la mayoría de cuestiones prácticas el retraso temporal de la luz puede ignorarse, pero sigue existiendo.

Términos como "presente" y "ahora" pierden su significado, porque el mundo que perciben nuestros ojos está ya anticuado; es histórico en un grado ínfimo y no importa cuánto nos acerquemos a un objeto para observarlo, porque siempre existirá un retraso entre su acontecimiento y nuestra conciencia de él.
El caso más notable sobre ello está en que, suponiendo un retraso temporal muy grande, una cosa puede parecer que existe mucho después de haber dejado de existir. Así es, y el ejemplo más notable ocurre con las estrellas; algunas de ellas puede que ya no sean, pero las seguiremos viendo por años, por siglos...
Y aquí es donde entra Bob Shaw y su genial idea.

Para aproximarnos más al concepto de "cristal lento" sólo debemos recordar que TODOS los cristales, incluso los de las ventanas de nuestras casas, son ligerísimamente LENTOS... Exactamente, la velocidad de la luz al atravesar el cristal de una ventana es de sólo 193.000km/seg. Sigue siendo un valor muy alto, pero imaginemos un bloque inmenso de vidrio ordinario que tenga un grosor de 100 millones de km.
Un rayo de luz que atravesara 100 millones de km de vacío tardaría unos 5 minutos en completar el trayecto, pero en la misma longitud de vidrio emplearía nueve minutos, es decir, cuatro más.

O sea, que si te colocas en una esquina del bloque de forma que tu ojo izquierdo observara directamente un reloj situado al otro lado y tu ojo derecho viera el mismo reloj a través del cristal, tu ojo izquierdo verá el reloj señalando, por ejemplo, las once en punto y el derecho lo verá marcando las diez y cincuenta y seis.
En este caso, el ojo derecho está viendo 4 minutos en el pasado del ojo derecho; todavía más, si el reloj fuera apartado de repente tu ojo derecho seguiría viéndolo durante 9 minutos hasta que los rayos de luz atravesando el cristal emergieran al otro lado.

Durante este periodo el reloj sería perfectamente "real" para tí. La aguja que marca los minutos seguiría moviéndose, incluso aunque el mismo reloj ya no estuviera allí. Y por supuesto, no importaría que todo el bloque de cristal fuera trasladado a otro sitio: la columna de luz, retenida en su interior, continuaría creando una imagen "viva" del reloj.
Pero si todo esto es ciencia pura, llamémosla así, Bob Shaw sabe cómo hacer realidad dicho fenómeno jugando con los polímeros del vidrio, de un vidrio especial en cuyo proyecto piensa y trabaja ahora apoyado por los dólares USA.

Para Dave Dorlington, director del Tech de Massachussets, puede pensarse en estructuras cristalinas en las que un rayo de luz, en lugar de atravesarlas en línea recta, se refleje alternativamente hacia adelante y hacia atrás en un recorrido lo suficientemente largo. El resultado sería como si disparáramos un flash en uno de los lados de un bloque de 3 cms de este vidrio lento y la luz no llegara al otro lado hasta 8 ó 10 años más tarde.
Naturalmente, esta lámina de vidrio estaría negra como el azabache los primeros 8 ó 10 años de su existencia, porque ninguna luz la habría atravesado jamás; luego empezaría a mostrar todo lo que hubiera estado al otro lado 10 años antes.

Si colocamos el cristal enfocando el paisaje de un lago maravilloso, por ejemplo, esperamos 10 años para que aparezca la escena al otro lado, y nos vamos con el cristal a cualquier parte, una mina, un submarino...Durante otros diez años seguirá mostrándonos los pájaros volando sobre el lago, los animales que llegan a beber con la puesta de sol y la majestuosa procesión de las estaciones.
En aquel cristal tendríamos verdaderamente, en palabras de la antigua canción irlandesa, "luz de otros días".

Dorlington, Mc Frazer y otros científicos de las universidades californianas se mostraron entusiastas con el proyecto, esperando que en unos pocos años (no más de 7, lo cifran algunos) el "cristal lento" sea una realidad en nuestros hogares.

jueves, 10 de diciembre de 2009

She said, she said....


Pervive en mí
el silencio amargo de tu ausencia
y mis ansias por estar
donde ya no estás.
Pero me alegra el sentir
que por unos breves instantes fui
hemistiquio humilde en tu memoria,
-refugio y catedral de tu VERSO oscuro-
partiendo de la nada.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

La edad del otoño


A partir de cierta edad los años cumplidos nos asustan, nos acogotan; son las conocidas "crisis" por las que los humanos pasamos cada cierto tiempo y de las que no se libra nadie; aunque, bien es verdad, a unos les dejan huella y a otros u otras ni les despeinan.

Dicen que cada edad trae lo suyo, y que lo sabio es remansarse y no nadar contra corriente; pero también es cierto que ciertas corrientes nos llevan a destinos demasiado intuidos y hasta temidos, y que no es fácil renunciar al deseo de perpetuarse ni a que la vida te vaya apartando de sus orillas en los disimulos imperceptibles del día a día.

Cumplir el medio siglo marca las diferencias, porque la misma expresión es ya de por sí, frontera, horizonte, límite para determinados proyectos; y si miramos hacia atrás, corremos el riesgo de cargar con un cúmulo de errores y desventuras, de aguas no bebidas a su tiempo, de cosechas abandonadas y/o del incumplimiento de promesas que yacen rotas por los lúgubres pasillos de la memoria.

Es la edad en la que empiezan a asomar los recuerdos con la robustez de un pasado lleno de causas más o menos explicativas; es esa edad en la que descubres, quizá por vez primera, el atronador discurso del silencio y de su inseparable compañera, la soledad.

Algunos humanos lo tenemos peor que otros; la cultura, la curiosidad, la salud bien llevada, el perenne interés por lo actual y sus múltiples manifestaciones me atraen con descaro, me exigen estar presente al lado de los nuevos protagonistas de esta odisea que es la vida. Pero también es el tiempo en el que el lado oscuro de la existencia se asoma a tu vida con más insistencia que en otros apeaderos de la edad; y es entonces cuando uno se siente desprotegido en medio del río, sin apenas asideros educacionales e históricos con los recién llegados, sin sitio entre muchos de los de mi "quinta"…Esos que, al parecer, ya han renunciado a demasiadas cosas, para mí irrenunciables.

Y te llaman de todo cuando emprendes aventuras en las que el riesgo ya no es, dicen, afrontable desde tu altura medio cana-medio oscura; ellos (ellas mucho menos), ya andan como los toros, buscando las tablas, perfilando la esquela que les recordará algún día en algún oscuro periódico de provincias.

Sin darse cuenta - o dándose, ¡quien sabe!- ellos solicos ya van más de entierro que de bodas, más de "réquiem" que de "aleluyas", dando adioses a tantas cosas que jamás hemos saboreado ni siquiera en nuestros más salvajes sueños, como dice la canción.

Ya digo, tal vez sea la "crisis", tal vez el otoño, ¡quien sabe!.
Pero la Vida, tan mendaz, tan zalamera y misteriosa, no tardará en hacerme creer que la primavera está a la vuelta de la esquina, y que en el verano volverá a desnudarme la piel para que el dios sol me abrase de nuevo mientras me ciega con su luz cenital.

Y yo volveré a creer en Ella otra vez, sin duda alguna; me dejaré engañar, como la primera vez que me enamoré y le dije a la reina con la que convivo aquello de: "Esto, nena, no puede morir jamás".