lunes, 26 de octubre de 2009

That's Art


Podríamos perdernos en vaguedades y tecnicismos buscando la definición estricta de lo que es el Arte. Un academicista quizá nos dijera que el Arte es la expresión de lo que de bello tiene la realidad, y tendría razón. Un creyente heterodoxo tal vez nos confesaría que el Arte es la mirada de Dios sobre el mundo, y por lo tanto el mismo Dios contemplándose a sí en cuanto expresión viva -animada o no- de su propio pensamiento. ..
Si yo me atreviese a presentar mi propia visión sobre el asunto, añadiría a todo ello diciendo que el Arte es la casa del Deseo, porque tiene la magia suficiente como para que nuestras ansias más recónditas se cumplan; o al menos se aplaquen, cobrando vida en los escenarios de la imaginación, en donde podemos ser testigos inafectados y al mismo tiempo hacedores de todo aquello que los dioses tantas veces nos niegan, unos dicen que por azar, otros moralizan la causa dolosa acudiendo a la necesidad.
El Arte es el escape perfecto para pasar del Desear al Querer, sin que hagamos mayor gasto en ello. Digo esto porque yo pienso que se puede hacer una clara distinción entre el Desear y el Querer.
El Deseo está dentro de nosotros como motor de vida, esperando que algo lo mueva hacia afuera, que lo incite y lo invite a apoderarse de ese trozo de ajeneidad que se nos presenta. Vivir es desear todo el tiempo, ser influidos por el mundo y volcarnos sobre él con el ánimo de apoderárnoslo, hacerlo nuestro y construirlo a nuestra imagen y semejanza si es posible. Nace pues el Deseo primero, y luego la Querencia. Pero para "querer" no sólo hay que poner en marcha a la voluntad, sino que también tiene que establecerse de algún modo un contacto material con el ser deseado.
En el Querer hay necesariamente un movimiento centrífugo del yo a la "realidad" próxima o lejana, y como consecuencia influimos sobre ella y, querámoslo o no, la transformamos.
Sin embargo yo puedo desear a una mujer, pongamos por caso, soñar con ella despierto, poemizarla, esculpirla, filmarla, pintarla o musicarla, y no acercarme a ella en absoluto.
Y eso es así porque en última instancia, reconozcámoslo o no, no la quiero "tal como es"; puede que haya una voluntad insuficiente, un miedo al contacto o una imposibilidad de cualquier clase; la consecuencia es que de tal "impureza" mi deseo nace solo. Renuncio en cierto modo a apropiarme y dejarme que me posea el objeto de mi deseo, y por tanto me enamoro del deseo porque sé que es parte de mí mismo. Todo queda en mí, es un movimiento centrípeto, no hay transformación aparente del objeto deseado; en todo caso es el observador el que sufre el cambio, si es capaz de narrar por cualquiera de los medios de que el Arte dispone la subjetividad sentida ante la visión externa del objeto que despertó su deseo. ..
Mi padre fue un hombre bueno, en el más extenso sentido del término “bueno”. Como persona que vivió junto a mí tantos años,  no era un ser perfecto porque la palabra perfección fue desterrada por la mente humana hace milenios, cuando puso a la Ley por encima del Hombre y al Hombre al servicio de la Ley. Pero no hay Ley en un hijo cuando juzga a sus padres, o al menos así debería ser, y la revista literaria La Sierpe y el Laúd me dio generosamente la oportunidad de demostrarlo cuando me publicó un relato sobre él.
Gracias a la revista literaria ciezana, murciana, y casi universal ya a la que pertenecí algunos años,  la percepción que tenía sobre la persona de mi progenitor creció en cariño y en belleza;  no me dijo jamás lo que pensó cuando leyó mi relato, sin embargo la visión que yo tenía sobre él sufrió algún cambio. Desde entonces hasta que nos despedimos a las orillas de la muerte, lo sentí más dentro, más cercano, más “mío”. Interioricé su existencia, parte importantísima de mi vida, y a través de la palabra pude acercarme a su identidad todavía más de lo que lo había hecho en todos los años anteriores.
  Por lo tanto, no quiero decir con todo esto que el artista prescinde del mundo, ni mucho menos. El verdadero artista se mueve con el mundo, le sacude la materialidad que lo ahoga, en cierto modo se apropia de él, lo sublima y le devuelve la dignidad que el sufrimiento le ha robado. El escritor -más cercano a mi vocación que cualquier otra rama del Arte- no intenta en principio cambiar nada ni a nadie; pero de su palabra, la emoción más irracional o el sentimiento sin dueño que tantas veces nace del corazón humano, cobran identidad, se hacen universales y adquieren la paternidad deseada que la animalidad le sustrajo en el mismo momento de nacer.
Es entonces cuando surge el Arte, el velo de belleza que cubre mi deseo, que me desvela por completo o a esa parte de mí que soy incapaz de ver si no es a través de ese poderoso atractor que nace, vive y respira dentro y fuera de mí. En el fondo se trata de un juego en donde el buscador, a través de la palabra si es el caso del escritor, intenta encontrarse a sí mismo; cuando la imagen en el poema, o en la novela o cuento esté bien enfocada, la búsqueda habrá acabado porque el buscador es en última instancia lo buscado y quizá sea ese el postrer propósito del Arte.
El mito de Narciso se remueve entonces en las aguas oscuras de la vida para redescubrir que el sentido de lo bello está dentro del alma humana y que la belleza que arroba, que cautiva al alma es, en definitiva, el propio Artista, el cual "se cosifica", se instrumentaliza para existir sólo para y por la imagen que ha captado fugazmente en el estanque de la vida, su propia imagen, la imagen del Dios hecho palabra y tiempo.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Y el silencio olía a ti


Fue un atardecer de oro.
El río vestía de verde viejo,
puñales de sangre abrieron la noche.
Entre el suave meneo de aires y cañas,
la luz estalló a lo lejos.

Los lazos de la brisa anudaron
terciopelos negros en mis dedos,
mientras el sol se cuajaba en sombras
que orillando contrastes,
buscaban con sus lenguas
la atonalidad distante de todas las cosas.

Mecida por el véspero,
la imagen rota de una idea
dejó de ser pasado imperfecto,
y en un hueco de mi memoria
comenzó a crecer un musitado “te quiero”.
El vago perfil de tu presencia
esbozó entonces el paisaje de un sueño,
y un perfume añejo como el tiempo,
saboreó el lento desfilar de la horas.
Y fue la mañana
y ya no eras.

Rumoroso, quedo, primitivo,
el río fue levantando árboles,
bañando hojas,
y en la soñolienta agridez del nuevo día
mi Yo pregonó su silencio,
y el silencio olía a ti.

sábado, 26 de septiembre de 2009

B.B. cumple los setenta y cinco


Confieso que me ha cogido de sorpresa, porque no creí jamás que uno de mis mitos eróticos fuese tan mayor. Y es que madame Bardot, la BRIGITTE, la francesita de labios carnosos que mi imaginación los hacía cumplidores al tiempo que modélicos, completará el lunes su 75ª vuelta alrededor del sol.

Aquella BB sensual donde las haya y tan apetecible, al igual que The Beatles, o The Rolling Stones, o Bob Dylan y tantos otros maestros del arte y de la imaginación, fue uno de aquellos "objetos pop de culto" que la dictadura franquista nos robó a los jóvenes y no tan jóvenes de aquella maravillosa década de los 60 de la que tuvimos noticias completas tarde, demasiado tarde para alistarse uno en sus filas y defender o saborear los ideales y las imágenes de todos aquellos mis héroes de leyenda juvenil, que en aquellos dos históricos lustros pasearon su existencia por el calendario en sombras de aquella España cuartelaria de misas y rancho pobre.

Aquella francesita prototipo de la Lolita de Nabukov, la de la voz insinuante de la primera versión de "je t'aime, moi non plus", la musa francesa que exportó su imagen y semejanzas a todo el mundo hasta hacer exclamar a De Gaulle que junto con la Renault, era el objeto mejor exportable de la douce France, llegó tarde a mi vida, como tantas cosas para los de mi generación de confesionario y viernes de pasión y penitencia.

Pero como más vale tarde que nunca, el icono sexual de los 60, tarde, muy tarde, ya digo, se me presentó una noche en la pantalla del cine Galindo susurrándome deseos inconfesables mientras su esposísimo, un tal Roger Vadim, me comunicaba por el otro oído el mensaje principal de aquella velada de cine y pipas: Et Dieu crèa la femme.
Fue entonces cuando comprendí el Génesis de mis sueños y ya todo no fue igual, a pesar de que Moisés se empeñó una y mil veces en recitarme el Decálogo judío desde la cumbre de su Sinaí.

Su recorrido posterior por los salones de la política me resbalan por los canalillos del olvido...Que si defendió a los animales pero atacó a los inmigrantes, que si esto y lo de más allá...
BB, la única "gabacha" a la que concedería mesa, techo y cama (bueno, lo de cama es mucho decir) se me quedó hospedada en los circuitos más nobles de mi memoria como lo que fue y representó en la vida de tantos hombres de cualquier longitud y latitud de este planeta; como la compañera a la que alguna vez quisimos tener y poseer, aunque sólo fuese por alardear de hembra o por aprender su lengua, que era tan dulce entonces como la geografia de piel y besos de su cuerpo.
Dios me perdone y nos tenga a los dos en su bendita Gloria cuando haya menester.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Post estío




Se apagan los días del verano y con ellos se marchan mis pasos
sobre las arenas del viento al destierro del frío invierno,
cubriendo todos mis empeños en pura arqueología rústica,
jardines de piedra, plegarias inútiles cobijando bajo el temblor
de mis hogueras la banalidad de mis sueños.
Queda aquí mi alma a las puertas del ocaso editando silencios,
tropezando como es ya habitual en mí entre ayeres y entonces,
pero respirando confiadamente de nuevo -¿por qué no?-
por entre las grietas de tu recuerdo,
mientras busco afanosamente el lenguaje que encontré en tus labios,
palabra húmeda en la noche insomne de la carne,
momentos de unos días en los que me perdí en tu sexo.

martes, 1 de septiembre de 2009

El duelo


Para uno, que es muy particular y así me reconozco y me lo reconocen los pocos que pretenden conocerme, con el último trallazo de la traca de la Feria de agosto, pone fin al año y se prepara para cubrirse con la mortaja del otoño. Tal que la idea crística; muero para renacer otra primavera, otro verano, si el Autor de mi vida así lo quiere o se le antoja.

Y como no teniendo nada en particular que decir todavía -mentira podría, claro, pero....- he encontrado en mis viejos papeles un poemilla que escribí allá por mi primera juventud dedicado al duelo; en concreto, la idea me vino inspirada al asistir al duelo por la muerte en trágicas circunstancias de un tío mío.

Que lo llores con provecho, tú, ser inteligente que has acertado a llegarte a este pago, con razones o al albur; que en los ignaros dictámenes de la divina providencia viene a ser lo mismo.

Nadie lo supo hasta que lo encontraron muerto.
En su mano pendía algo escrito,
quizá una factura,
algún recibo,
algún verso…

Vaciaron de tierra su tumba,
cercaron de soledad el huerto,
el notario certificó la despedida
y una lápida encarceló sus sueños.

El suelo irradiaba fuego;
por la piel quemada del paisaje
vagaba el estío ocioso.
La vecina seguía engañando al prójimo,
el señor feudal recuperaba lo perdido,
el cura llenaba de lágrimas el púlpito
-el confesionario olía a infierno-.

De noche, el mundo acurrucado en sombras
ponía sordina a la frustración
recortada en densos silencios,
mientras la pareja de civiles hacía la ronda
junto al abandonado convento.

Don Gaspar despertaba a su señora
-cien kilos de grasa y sebo-
mientras le echaba la pierna por encima
escondiendo el alma tatuada entre sus senos.
En la casa de enfrente se encendían “avemarías”.
El pueblo entero hacía la corte y el honor
a la joven viuda en su duelo.

Viejos consejos,
sobadas maneras,
un chiste mal ocultado,
cansancio en los llantos,
profundas ojeras.

Don Braulio,
soltero de profesión,
cincuenta años esperando desde su varonil acera,
ve alejarse la ilusión de llenar
de femeninas curvas su malgastada cama;
la cena, abundante y como siempre exagerada,
llenaba de gases la cárcava
y juntando con apuros las nalgas
rezaba por no explotar en silbidos y truenos
en aquella santa casa,
en donde las musitadas plegarias
ahuyentaban el ruido del dolor entresijado en las almas.

Pasaban las horas,
el frío tiritaba entre mandíbulas huecas.
La zorrera tabaquil nublaba la mirada
de Don Braulio,
empeñado en examinar a la enlutada viuda,
la cual, al tiempo que ensartaba los rezos del rosario,
había dejado escapar al suelo
-más por cansancio que por otra vana querencia-
el velo protector de sus piernas.

La noche resbalaba entre suspiros y ayes.
Los gallos daban sus iniciales cantos.
Había sueño en las escasas palabras
y los rezos y consejas habían hecho ya
la última despedida al muerto.
Poco a poco la parroquia se fue marchando,
y entre "adioses" y “hasta mañanas”
el muerto y su heredad
se fueron quedando solos.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Doutzen


Se llama DOUTZEN KROES, pero lo del nombre es lo de menos.
Le seguía la pista desde hacía algún tiempo por los spots televisivos de una marca francesa de champús, pero por más que indagaba sobre su identidad, los resultados eran nulos. Su rostro me decía algo, como si la conociera de no sé de dónde ni de cuándo, si era el rostro de alguna vecina, de alguna parienta o amiga...
Hasta que recordé que...¡Ahí va, si está San Google!

Así que le puse algunas velitas al Santo más Santo de mi devoción y esta mañana, dándome una vueltecica como acostumbro por los amenos territorios cibernéticos de YouTube, ¡zas! ¡milagro!, se me apareció la solución.
En cierto modo y de alguna manera, "me he hecho con ella"...¿Qué cuesta soñar?

Después de todo y tal como canta A. Sanz en su canción Y SI FUERA ELLA, la mujer que todos los hombres buscamos porque todos la llevamos dentro pero que muy pocos la encuentran, (¿cuántos, eihn?) suele aparecerse bajo el manto de su avatar en ciertas mujeres que se nos aparecen de vez en cuando.

El problemo y bien gordo para nosotros es cuando confundimos la imagen de la Diosa con la Diosa misma; y no es lo mismo, ¡qué va! No, no es lo mismo.
Pero la vida está llena de sucedáneos, y de sabios es el contentarse con ellos; aunque los poetas solemos preferir estrellarnos en la crudeza de cualquier desengaño.
Esto algunos/as lo llaman masoquismo...

martes, 11 de agosto de 2009

La visita del terror


Relato a prisa y corriendo de los acontecimientos que tuvieron lugar en los cielos de la ciudad de Cieza y comarca, la tarde del 9 de agosto de 2009


Las 16'20 de la tarde. El sopor me tiene adormilado en el sofá, párpado arriba, pàrpado abajo, a la espera de una visita que se ha apuntado a última hora a la sobremesa. El bochorno es insoportable y en mi cerebro parece que todo pensamiento estuviese inmovilizado, pero la oscuridad inusual que se cuela por el balcón me despierta alguna que otra inquieta sensación. En una de esas veces en que parece que el sueño me vence oigo sonar el móvil. Es Claudio Caballero.

Le escucho a duras penas mientras avanzo trabajosamente por tierras de la vigilia recién despertada; me habla nervioso con la voz alterada de la presencia de un "enorme bicho" por los cielos cabalgando a lomos de la siesta.

Me invita a presenciarlo y me cita a unos 500 mts más allá de la Venta del Olivo, donde existe un vado que pasa por debajo de la autovía Murcia-Albacete. Intento excusarme aduciendo como causa y efecto el horrendo calor que nos azota a esas horas, pero finalmente la adrenalina que al parecer los meteo-locos llevamos en los genes me azuza a levantarme del asiento en donde yazgo desmadejado y sin ansias y decido ir, así que me tomo un café a pie de cocina, enciendo un pitillo y cogiendo las llaves del coche me marcho.

Ya en la carretera observo que los estratos cubren todo el horizonte norte, sin apreciarse forma alguna de los cumulonimbos que seguramente ocultan tras su capa grisácea; pero me huelo que allá hay algo escondido, y no bueno; la radio de onda media con sus inconfundibles chasquidos eléctricos y alguna "culebrina" que se dibuja en el negror que tengo delante me dan la razón.

Me pregunto con cierta inquietud qué demonios me deparará la tarde, al tiempo que paso por delante de la Venta y me adentro en aquella oscuridad sospechosa.
"Estas nubes de verano son siempre peligrosas, aunque muy espectaculares", me digo mientras dejo que mis nervios enciendan otro cigarrillo.


Ya he llegado al sitio indicado y Claudio aún no ha llegado, aunque me acaba de llamar comunicándome que está en camino. Llueve intensamente y por los cielos parece que hay una estampida; es un trueno largo e informe, sin la melodía conocida y sin ritmo.

Llega mi amigo, charlamos un poco y como vemos que con lo que está cayendo es imposible ver nada concreto, desistimos de echar fotos y nos vamos más abajo, a la propia Venta del Olivo. Además, está entrando agua, barro y restos de ramas y piedras en el pequeño túnel, por lo que algo temerosos del nivel que puedan alcanzar los acontecimientos salimos raudos de allí. A todo esto, la temperatura ha bajado de forma ostentosa y las rachas de viento y agua helados nos azotan las piernas y la cara.

Llegados a la Venta nos reguardamos bajo la marquesina de la gasolinera. Empieza a caer granizo en pequeñas proporciones. Como somos ya bastantes los que estamos guarecidos del cielo en aquel lugar y no queriendo molestar a los encargados del surtidor, dejamos el refugio y nos volvemos a Cieza con el bicho a cuestas.

Lo veo por los espejos y su aspecto es cada vez más y más amenazador. Suponiendo que estamos fuera de peligro y que la dirección de la célula tormentosa no nos coge en su recorrido, nos apartamos a la altura de Cárnicas Pastor.

Nos bajamos de los autos y contemplamos el espectáculo celeste más tenebroso y caótico, pero a la vez más hermoso que ambos hayamos podido presenciar en nuestra perra vida. Un arcus gigantesco que llena casi todo el horizonte visual se alza a unos 40º sobre el cielo; sus "barbas" verdosas no presagian precisamente nada bueno.

Pero con todo lo fabuloso que pueda ser su estampa, lo que más nos roba la atención es lo que dicho arcus lleva "atado" en su cola por el suroeste; un círculo descomunal de nubes negrísimas está girando en el sentido ciclónico y en medio de los "wallclouds" de sus bordes se adivina el hielo azul verdoso del pedrisco.


Entusiasmados con lo que estamos viendo y mientras le disparamos foto tras foto, no nos damos cuenta de la peligrosa cercanía de aquel embudo negro. El borde de la supercélula comienza a levantar un viento huracanado, que debido a la tremenda sequedad del terreno es lo más parecido a una tormenta de polvo y arena; mis recuerdos del Sahara en mis años de "mili" se abren paso en mi memoria por unos instantes.

Salimos a desgana del escenario; nos hubiera encantado estar allí unos minutos más, pero aquello se nos echa encima. Volvemos a los autos y seguimos vigilando los espejos. Al llegar a la altura del restaurante La Cabaña, aparcamos de nuevo con el ánimo de despedirnos del show estival e incapaces de dejarlo allá arriba sin ponerlo de nuevo delante del objetivo de nuestras cámaras y de nuestros ojos.

El arcus remonta la Sierra de Ascoy con su cortinaje de oscuridad, pero el aspirador giratorio que lleva asociado más al sur parece que viene en nuestra busca, encajonado en el valle del río Segura.
SU ASPECTO ES ATERRADOR.
Sobre todo su ojo verde azulado, alrededor del cual gira el sistema. El asombro nos detiene más de la cuenta, hasta que oímos un tremendo golpe en la uralita de uno de los tejados del lugar.

Claudio y yo nos miramos y con pocas palabras montamos otra vez en los coches y con prisas y sin pausas volamos a lugar seguro, para nuestras cabezas y para la carrocería y cristales de nuestras monturas mecánicas.
Llego a casa justo a tiempo. A los pocos segundos, el cielo comienza a derrumbarse con infernal estruendo.

(En ESTA WEB se puede ver el reportaje que arriba describo con fotos del evento)