El alma (a pesar del artículo masculino, el alma es femenina) necesita de vez en cuando para sobrevivir, solazarse en lugares solitarios en donde la voz humana calle y sólo se escuche a la Naturaleza con sus silenciosos cantos y murmullos.
Al alma le encanta lo antiguo, lo ya ido, el recuerdo de la piedra labrada, los monumentos al pasado escondido en la memoria eterna de las cosas sencillas...
El alma es una romántica empedernida, sin disimulos, cuyo alimento consiste fundamentalmente en la poesía escondida del detalle pequeño, en esa intimidad gozosa del beso dado y recibido del que tanto saben los enamorados.
El mundo actual necesita urgentemente del enamoramiento, tanto como el oasis de la palmera, de su agua y sus sombras.
"Apasióname", debería ser nuestra plegaria diaria a ese Dios Desconocido al que todos añoramos, ese que vestido de mujer, de madre y de novia, esparce la belleza de lo oculto delante de nuestros sentidos.