....y resulta que desperté mientras dormías, y vi la pasión que en mí ardía en el espejo de tu sueño, y hasta me creí de tu mirada dueño. Luego despertaste, abriste los ojos, me nombraste, pero no me veías.
Me gustan esos días, en los que el cielo
viste a la tierra de silenciosa melancolía.
Penetro en arcanas capillas apenas iluminadas
y me siento en uno de sus ancianos bancos.
La soledad del momento llena de cierta eternidad el lugar, mientras la lluvia habla tras el cristal de cercanas y tactiles epifanías.