lunes, 27 de febrero de 2012

9-9-99


La tarde se bañaba en el aguasol de la tormenta.
En aquel húmedo hervor con el que septiembre se abría,
presentí el nuevo otoño tras mi puerta.
La conciencia sedienta de esta tierra se iluminó de lluvia
y el terco y soberano azul del viejo verano,
anuncio de cansinísimas solaneras y sequías,
acuchillado por el rayo y macerado con saña por el trueno,
quedó como fondo raído y átono ante el formidable paso
de la catedral acuosa -gris plata, gris noche- de la nube.

Llueve



La tarde acalló su conciencia ardorosa
ante la llegada inminente de la lluvia.
La vida abrió senderos a la sed de la rosa,
que con sus labios de aire y de fragancia
encendió mis sentidos e hizo hermosa
la fragua que el estío inventó por la mañana,
en aquel jardín de decadentes memorias
donde las cosas que un día fueron presencia, 
yacían mudas en la yacija del olvido
de las gentes que por allí pasaron presurosas.

Running away


La noche puso ecos al silencio,
mientras mentales melodías
saludaban
con sus ritmos minerales
el nacer de las tímidas estrellas
que contigo, 
lejana dulcedumbre,
iban apareciendo.

(....and a image of you running away at a thousand miles per hour, appeared to me....)

sábado, 25 de febrero de 2012

No quedan cms (despido procedente)



Os tiendo las manos y le cortáis el vuelo a mis dedos,
os ofrezco mis pies y le ponéis cerco al camino,
os presto mis ojos e incendiáis el cielo de miedos,
os regalo mis oídos e inundáis el mar de silencios,
vosotros, innobles magos señores de lo esclavo.

Apenas vais dejando resquicio alguno en vuestra tarea de ratas
a los que edificamos ilusiones, templos del hombre,
en medio de noches angostas con la luna trazando sombras
en cada esquina de la memoria,
con el viento oscuro de vuestra sinrazón a las espaldas.

Os empeñáis en marcar a fuego y hielo en nuestra frente 
la rabia de este presente amputado.
Tomad lo que me va quedando: unos pobres versos, 
versos del cordero futuro degollado
camino del matadero,
pastando los días del pasado herido por soles de ceniza,
rumiando esperanzas agónicas que se resisten
a apagar el verde, en donde ahora crecen rosas mudas
-tanto las amé, me dañaron tanto-
que desnudan hoy sin cuento ni pausa su olor amargo 
sobre las aún fértiles hierbas del recuerdo.

Somos como corderos, de uno en uno o en tropel,
camino del matadero.
Me queda la soledad de esta hora sin número
y desde esta cueva de sombras que es hoy la palabra,
os vomito el hedor de vuestras promesas y engaños
que engendraron vuestros sueños de poder 
sobre mis sueños rotos.
Retengo la luz negra de vuestra mirada 
y la infame cicatriz de vuestro rostro en el espejo.
No perdono ni olvido, mientras la carne sea semilla del tiempo.

(La foto que acompaña al texto pertenece a Ben Goosseens)