lunes, 23 de noviembre de 2009
La nada
Recuerdo que mientras caminaba de espaldas a la luz alejándome de ella, mi sombra crecía y se alargaba más y más hasta hacérseme casi irreconocibles sus contornos. Cuando ya cansado de la marcha me volví, apenas distinguí un punto de claridad allá a lo lejos, tan débil y diminuto que consideré imposible volver sobre mis pasos y regresar.
No empecé a sentirme mal en aquella burbuja de oscuridad hasta que me observé; ya no habían brazos, ni manos, ni pies, ni cuerpo alguno. Arrebujado en la sombra, yo ya no existía.
Aquel lugar bien podría haber sido el mismísimo infierno.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Te parecerá una tonteria pero me ha recordado un libro de cuando era mas joven... l historia interminable.
Un ligero boceto de la lucha entre la Luz y la Sombra...Espero continuarlo.
Gracias por tu comentario.
Publicar un comentario