
Tienen los días de invierno un sol leve
que bosteza aterido, desmayado
de luces, cual simulacro olvidado
que anuncia en sus sombras blancas la nieve.
Perdieron ya las horas su relieve
y anda el viento con la mar enojado.
El camino en la niebla está varado
y no tengo árbol verde que me lleve.
Adagio del tiempo, sueño en el alma,
tardes pequeñas con faroles de agua.
¡Qué fríos tiene los ojos la luna!
Se instala la noche en su mutismo
ahogando la acuarela gris del día;
tras el soplo helado de una estrella llora un niño.