viernes, 1 de agosto de 2008

Interminable estío


El cielo amarillento de la tarde
abre imágenes de arena en mi mente sudorosa
acorralando a la lluvia
en el último rincón de los recuerdos confusos.
La voluntad viste mortaja de hierro
y en un querer y desear,
y no poder,
el manjar amargo de las musas deshace
mi penúltima hambre de belleza,
mientras la vida late agobiada
de espaldas al poema.
Pero aquí me tienes, querida,
inmóvil en la eternidad del estío,
puliendo palabras apenas alumbradas
en este océano de la pereza,
escarbando en los sótanos del tiempo,
repasando emociones en sepia,
paisajes de verde y agua,
silencios...
De pronto, alguien a quien aún conozco poco,
me despierta en la brisa
temprana de la noche
leyéndome en un susurro casi inaudible,
el inviolado código de barras
de mis más íntimos deseos.

Shlevs, Prince of Greenland

2 comentarios:

angel almela dijo...

El verano puede llegar a ser interminable, pero la languidez de tu poema se parece a una de aquellas tardes tórridas de nuestra niñez, cuando poníamos la manta en el suelo de la casa para pasar la siesta "al fresco", y se hacía larga y lenta...
SOMOS EL TIEMPO
(http://aalmela.blogspot.com)

Anónimo dijo...

Impresionantemente bueno el poema.
Saludos.
Mikel